Descubrid los lugares ‘escondidos’ en el centro de Madrid

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Ocurre a menudo; vivimos en una ciudad que no conocemos del todo y que descubrimos cuando amigos o familiares vienen a visitarnos y nos toca hacer de cicerones. Los sorprendidos somos nosotros, porque ellos suelen traer información de lugares que podemos definir como ‘escondidos’ o ‘secretos’ en el mismo centro de nuestra ciudad de residencia. Es más frecuente en las capitales grandes, como es el caso de Madrid. No hablamos de zonas que escondan misterios –o sí-, pero que están algo ocultas a nuestros recorridos y que nos trasladan al confort, al relax, a tomar un café con bollería tranquilos o a pasear, en familia, y con niños. Y escabulléndonos del bullicio muy cercano. Os hablamos de algunos de ellos. Quizás los conozcáis, pero seguro que no todos.

Jardín del Palacio del Príncipe de Anglona, en La Latina

Jardin del Palacio del Principe de Anglona

Oculto tras unas grandes tapias, con una pequeña puerta de acceso –que suele pasar inadvertida-, en la parte baja de la Plaza de la Paja y sobre un espacio artificial que abre un mirador al desnivel de la calle Segovia, se haya uno de los jardines más coquetos de la capital. En pleno Madrid de los Austrias y en el barrio de La Latina os podéis topar con un lugar en el que hacer un paréntesis reconfortante en una zona transitada. El Jardín del Palacio del Príncipe de Anglona se creó a mediados del siglo XVIII junto a una residencia nobiliaria –construida en el siglo XVI- de la que toma su nombre y que fue hogar de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, que heredó ese título.

El bello y recoleto jardín, de entrada libre y gestionado por el Ayuntamiento de Madrid, se restauró por última vez en 2002, fecha en la que fue abierto al público. Es un lugar de estilo neoclásico y de frondosa vegetación que ocupa unos 800 metros cuadrados. Cuenta con dos fuentes –una de ellas de mármol sin pulir- y con bancos.

El jardín permanece abierto todo el año. El horario de marzo a septiembre es de lunes a domingos, de 10:00 a 20:00.

Café del Jardín del Museo del Romanticismo, en Malasaña

Café del Jardín

Otro tranquilo y relajante espacio camuflado en pleno centro de la ciudad es El Café del Jardín, un remanso de paz y un lugar ecléctico, ya que combina elementos de un salón de té del siglo XIX –está en el interior del Museo del Romanticismo- con otros más originales y ‘modernos’. Cuenta también con una excelente terraza en uno de los patios originales del palacio y está situado entre altos muros, bajo grandes árboles de hoja perenne y con una bella fuente en el centro. En el interior siempre suena música relajante  y, a menudo, se celebran actos (más para adultos).

Pero os vamos a hablar de la propuesta familiar. Si optáis por el desayuno, los padres y otros adultos podréis elegir entre gran variedad de cafés y tés. Los peques se deleitarán con la carta de tartas caseras y los cruasanes, cookies, muffins… Si acudías a la hora del aperitivo o la merrienda, el buen picoteo está garantizado: quiches, tostas, hamburguesas, ensaladas… Y todo a buen precio.

El horario es el mismo que el del museo, pero la entrada es libre; no es necesario –aunque sí interesante- visitar el primero.

Dónde. Museo del Romanticismo. Calle San Mateo, 13.

Horario. De martes a sábado, de 9:30 a 18:30. Domingo y lunes, cerrado.

La Bodega de los Secretos, en el Barrio de Las Letras

Bodega de los Secretos

Fin de semana de paseo por el centro… y llega la hora de comer. ¿Qué les puede hacer más ilusión a los niños que hacerlo bajo tierra en un lugar con secretos? Elegid este restaurante, que fue hace 400 años bodega, la más antigua de Madrid. La primera galería fue construida entonces y ampliada unos años después a las órdenes de los monjes de San Felipe Neri, que añadieron galerías en forma de claustro, con arcos, cúpulas y hornacinas. Después fue olvidada hasta hace poco años.

Al rehabilitar esta vieja bodega, de 8 kilómetros de juntas de ladrillo cocido, para convertirla en restaurante se descubrieron tres pasadizos secretos, lugares clandestinos que comunicaban con las afueras de la ciudad para vender el vino evadiendo el pago de impuestos (en el centro de la ciudad las ventas se realizaban mediante el pago de un tributo llamado sisa. También se descubrieron entonces bayonetas y otras armas de la época napoleónica, así como otros secretos –por ejemplo, la huella de una puerta enrejada- que descubriréis si acudís al local. Muy buena comida y servicio os esperan allí. A destacar, las carnes y el pulpo.

Dónde. Calle San Blas, 4. Teléfono de reservas: 91 429 03 96.

Horario. De lunes a jueves, de 13:30 a 15:00 y de 20:30 a 22:30. Viernes y sábados, de 13:30 a 15:00 y de 20:30 a 23:00. Domingos, de 13:30 a 15:00.

A.I.