Pueblos poco habitados con encanto en la Sierra Norte de Madrid

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Pueblos poco habitados con gran encanto
La Hiruela

No están escondidos sino bien a la vista, tienen pocos habitantes (solo uno alcanza los 1.000 y los otros dos rondan los 90) y se encuentran a menos de 100 kilómetros de la capital madrileña. Nos referimos a pequeños pueblos con gran encanto, que combinan las tejas rojas y anaranjadas de sus tejados y el verde de su naturaleza viva, las callejuelas empedradas y los edificios históricos, y que enamoran con sus bellísimas vistas. Están los tres en la Sierra Norte y son un buen destino para pasar un día cualquier fin de semana de la recién estrenada Primavera, pero también para recorrerlos -ya que están cerca unos de otros- la próxima Semana Santa.

Horcajuelo de la Sierra

Este bello municipio, con poco más de 100 habitantes censados y a solo 90 kilómetros de la capital madrileña, es perfecto para disfrutar de su destacada arquitectura rural y la profusión de árboles y zonas verdes. Ubicado en la Sierra Norte y, más concretamente, en la parte occidental de la Sierra del Rincón -reconocida como Reserva de la Biosfera por la UNESCO- es un destino turístico perfecto, que añade a su belleza las sendas para recorrer fuera del pueblo (de unos 8 kilómetros, entre ida y vuelta) y llegar a un viejo molino o descansar y recrearse a orillas del Arroyo de los Pinares.

Los niños deben conocer in situ los lugares y oficios de otros tiempos y este es un buen ejemplo; veréis la fragua (hoy reconstruida como un antiguo taller de herrero) o el potro de herrar y, con sus familias, se podrán desplazar a las antiguas minas de plata, que se encuentran a 1.500 metros de altura En sus inicios, en la repoblación del siglo XIII, perteneció a la también madrileña villa de Buitrago de Lozoya. La mayor parte de sus habitantes se dedicaban al pastoreo y la localidad cuenta con una peculiaridad: el acebo -según leyes del siglo XVI aún vigentes- está protegido; gran variedad de frutales y nogales lo acompaña en su bella naturaleza.

Rodeada de callejuelas con edificios bien conservados y con varias zonas de huerto, en el centro del pueblo, se eleva la iglesia de San Nicolás de Bari, con capilla gótica, otros elementos barrocos, como el retablo, y una pila bautismal medieval.

Una visita imprescindible es la de su Museo Etnológico, en la calle de la Fuente. Allí se reconstruye (mediante aperos de labranza, trajes de la época de la repoblación y utensilios caseros de hace cientos de años- la vida rural del municipio. Pero en el espacio tienen también lugar presentaciones y exposiciones de arte actuales.

A la hora de comer es una buena apuesta acudir a La Posada de Horcajuelo (calle Blanco, 17), también hotel rural de piedra y madera. El restaurante está cerrado de lunes a miércoles, pero el resto de los días de la semana podréis degustar las delicias gastronómicas de la zona: carnes, judiones y, mención especial, quesos.

Como señalábamos, las sendas que parten del municipio os llevarán a lugares tranquilos y muy bonitos con una vegetación que asombra.

Puebla de la Sierra

Puebla de la Sierra Madrid

En la misma zona turística, la Sierra del Rincón (y a 96 kilómetros de Madrid), cerca de Somosierra, se encuentra otro bonito y pequeño pueblo, que cuenta con unos 100 habitantes estables. Antes era conocido como Puebla de la Mujer Muerta, ya que se encuentra a los pies del cerro del mismo nombre. La iglesia de la Purísima Concepción es todo un referente -aunque, debido a sus múltiples rehabilitaciones, poco queda de la original, salvo un bonito campanario-. Se encuentra en la plaza central que constituye el mejor mirador de la Sierra de toda la zona.

El municipio cuenta también con una fuente árabe y con la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, del siglo XVI. Pero son de admirar sus edificios de mampostería, las casas tradicionales que jalonan las callejuelas que bajan hasta el río. Desde allí, por la carretera de Prádena, y con mucha responsabilidad según las nuevas normas, podéis realizar estupendos recorridos en bicicleta o rutas de senderismo. Pero si algo os va a impresionar es su museo al aire libre, bautizado como el Valle de los sueños, que reúne cerca de 50 obras de arte. En las afueras del pueblo podréis ver otra ermita, la de Nuestra Señora de los Dolores.

Comida casera y picoteo ofrece El Refugio (Plaza de Carlos Ruiz), solo cerrado los lunes y con amplio horario.

Torremocha del Jarama

Su nombre ya lo dice. Esta localidad -algo mayor que las anteriores; su población ronda los 1.000 habitantes- está ubicada en el Valle del Jarama, y más cerca de la capital madrileña, a 61 kilómetros. Está atravesada por el antiguo canal de Cabarrús y con otros más ‘nuevos’, como el del Alto Jarama. De ello, podéis deducir la importancia del agua en este municipio y su excelente huerta con bellos ejemplares arbolados en la ribera. Responsables de ello son el citado río Jarama y el arroyo de San Román

El origen de Torremocha de Jarama se remonta al Imperio Romano. Con el paso de los años perteneció a la Corona de Castilla y en el siglo XIII fue entregada a Uceda (Guadalajara). Sin embargo, en 1841 dada su creciente importancia (gracias a sus olivares, viñedos y cereales), el territorio pasa a ser madrileño.

Destaca la que fue ermita de San Pedro Apóstol y que, en el siglo XVI, se reconoció como iglesia. Actualmente (desde 1996) está declarada como Bien de Interés Cultural

Buenas referencias, a la hora de sentarse a la mesa, tiene el asador La Mansiega Casa Tere (Calle Río Jarama, 8), en el que destacan no solo las carnes sino los postres caseros, como (no podía ser de otra manera en la zona) su excelente tarta de queso. Permanece abierto todos los días y cuenta con terraza.

A los paseos a la vera de los ríos, poco añadimos, porque hay que practicarlos y descubrirlos.

Si os queda tiempo, otro bello y pequeño pueblo -también en la Sierra del Rincón- es La Hiruela, que ya os hemos recomendado en otra ocasión.