Cómo les afecta a los niños la llegada de la primavera

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primavera Alergía

¡Achís! Una, dos, tres veces… Los estornudos han salido de la boca de tu hijo/a. “¡Vaya! –piensas-, con tanto cambio de temperaturas, se ha pillado un resfriado tardío ¿o quizás es gripe?”. Luego llega el moqueo, el picor de nariz y de ojos y, a veces, el lagrimeo. Pues quizás se trate de una alergia primaveral, posiblemente la conocida como fiebre del heno (reacción al polen de las plantas y árboles y con frecuencia a la contaminación). Ya está aquí la primavera, con sus pros y contra (pero más de los primeros).

Beneficios de la luz y el sol… y algún pequeño trastorno

La esperada estación suele tener efectos beneficiosos en todos, chicos y grandes; la luz del sol aporta vitamina D, que contribuye al buen desarrollo dental y óseo y a la bajada de la presión arterial. Pero, sobre todo, mejora el estado de ánimo. ¿Qué ocurre entonces cuando vuestros hijos, con la llegada de la primavera parecen permanentemente cansados, apáticos? Pues que posiblemente padezcan astenia primaveral (como muchos adultos). No se trata de un trastorno psiquiátrico, es un proceso pasajero. Pero es algo a tratar y está relacionada en muchos casos con el discutido cambio de hora (este año tiene lugar el 31 de marzo). Ninguna de estas alteraciones os debe alarmar, ya que tienen tratamiento. Pero hay que reconocerlas y consultar al pediatra.

Ante la alergia primaveral o fiebre del heno

fiebre del heno

La fiebre del heno o polinosis suele aparecer a edades tempranas. El polen penetra en la nariz y desarrolla la histamina una sustancia que provoca los síntomas antes señalados: rinitis (picor, estornudos y moqueo en las fosas nasales), enrojecimiento y picor de ojos y, en muchos casos, sequedad bucal o molestias de garganta. Otras veces la polinosis va unida a procesos (temporales) de asma.

El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social ‘dicta’ unas medidas para contrarrestarla.

  • Mantener las ventanas cerradas durante la noche para evitar que entre el polen en la vivienda.
  • Si es posible, utilizar el aire acondicionado, que, además de enfriar, seca el ambiente.
  • Si no vivís en lugares de costa –que minimizan el efecto del polen- y si es posible, adelantar las vacaciones a zonas de mar durante el periodo de mayor intensidad de polen.
  • No poner sábanas ni ropa a tender al aire libre.
  • Acudir al pediatra (en el caso de los niños) para que evalúe síntomas y la necesidad de prescribir un antihistamínico o realizar pruebas alérgicas, sobre todo en el caso de que se añada un trastorno asmático.
  • No comprar estos medicamentos ni tampoco inhaladores nasales sin prescripción médica.

¿Está cansado, apático, triste?

Son también síntomas que vienen aparejados (ironías de la vida) a la llegada del buen tiempo y el sol. Nos referimos a la astenia primaveral (que, como en el caso anterior, también afecta a los adultos). Se traduce, generalmente, en cansancio (es el significado médico de astenia) y en falta de apetito, dificultades para conciliar el sueño y de concentración en las tareas diarias. Es importante porque estamos en la recta final de su curso escolar y de los últimos exámenes y evaluaciones académicas.

Tiene remedio con la consulta a un facultativo y con recomendaciones fáciles y agradables de seguir. Este trastorno procede del hipotálamo, glándula cerebral que segrega, entre otras hormonas, la serotonina, responsable del ánimo y bienestar. ¿Cómo actuar? No es difícil. La alimentación, las horas de sueño y el deporte ayudan, y mucho. Pero hay que empezar por animar a los peques a que jueguen al aire libre y den largos paseos, con el buen tiempo y el sol, que son cómplices en el proceso de recuperación.

  • Para favorecer la segregación de endorfinas, es recomendable que hagan deporte y jueguen en la calle, siempre con protección solar, aunque viváis en una ciudad.
  • Hay que respetar las horas de sueño. Y mucho más cuando se produce, en la misma época, el cambio de hora. La Organización Mundial de la Salud recomienda que este tiempo de descanso no sea inferior a las 10 horas hasta superar los 13 años de edad. Muchos facultativos consideran que basta con 8-9 horas.
  • La alimentación es otro tema importantísimo: ¡fuera grasas! Y aporte extra de hidratos de carbono (cereales, frutos secos…) y proteínas (lácteos, sobre todo, ya que inducen al sueño). Para aumentar el nivel de energía y alejar el agotamiento, consultad con su médico si es recomendable un aporte extra de complejos vitamínicos, y chocolate (si, chocolate, pero con mesura).

Por último, el diálogo para animarles ante el fin de curso y las ya cercanas vacaciones es básico. Lo mismo que la lectura de ocio. Y ¡a disfrutar del sol!

B.C.