Larga vida a la vista de nuestros peques

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la vista de los niños

Es muy difícil, como en otro tipo de trastornos, detectar si un niño chiquitín tiene problemas de visión. A veces son demasiado pequeños para verbalizarlo, y otras no tienen referente. No me gusta referirme a mis cuestiones personales, pero en este caso creo que sirve como ejemplo. Cuando tenía pocos años pensaba que si mi vista alcanzaba hasta determinado árbol, la de mis hermanos o amigos también llegaba hasta ese punto. No era así. Me hice andarina –algo bueno saqué- porque quería alcanzar lo que ellos veían. Pero hasta que en el colegio realizaron las primeras revisiones oculares no supe que tenía miopía. Hoy es más fácil de detectar y la primera visita a la consulta del oculista, como os señalamos más adelante, debe realizarse a edades más tempranas. Hemos acudido a la oftalmóloga Ruth Sánchez Aparicio (*) para que nos/os oriente sobre ello.

Qué síntomas deben llamarnos la atención

primera consulta al oculista

Si vuestro hijo ha cumplido ya tres meses y no sigue vuestra mirada ya se puede detectar un pequeño problema. Pero debéis estar atentos a los siguientes síntomas: presenta extrema sensibilidad a la luz, se frota los ojos constantemente, los entrecierra o los desvía (uno o ambos). En estos casos, y especialmente en el último, hay que acudir al especialista.

Otras veces el problema se presenta más tarde, cuando ya el niño habla y es más fácil de reconocer el trastorno, porque él mismo os lo transmitirá. Debéis prestar atención si, por ejemplo, se queja de dolor de cabeza, se acerca demasiado a la televisión, le tiemblan los párpados o guiña con frecuencia los ojos.

Revisiones y consejos solo para sus ojos

“La primera visita al oftalmólogo se debe realizar a los 4 años de edad, para precisar la agudeza visual –señala la doctora Sánchez Aparicio-. Aunque si se detecta algún síntoma más claro, sobre todo si desvía un ojo, esa visita se debe adelantar. Las revisiones se realizan una vez al año, salvo que el oftalmólogo indique que se lleven a cabo con más asiduidad”.

La elección de gafas o lentes de contacto es otro tema a tocar. Antes el uso de las primeras suponía un problema para muchos niños; les hacía sentirse torpes y diferentes (o así, desgraciadamente, se lo hacían sentir otros niños). Actualmente, hay peques que están encantados usando gafas –los modelos, por fortuna, se han modernizado, tanto que a veces resulta más fashion elegirlas ante las lentillas-.

En cuanto a la edad para usar las primeras lentes de contacto, la doctora señala que “suelen estar indicadas a partir de los 12-14 años. No hay edad mínima –continúa-, ya que va en función de la responsabilidad y la higiene. Si el niño sabe ponérselas y quitárselas bien y limpiarlas esa edad se puede adelantar”.

La elección de sus primeras gafas

Elección de las gafas o las lentes de contacto ante la miopía

Los preadolescentes ya muestran su personalidad en la elección de unas gafas. Pero, para la compra de las de los más pequeños, hay que tener en cuenta varios aspectos. “Lo más importante en este caso –nos dice la doctora- es que sean cómodas y resistentes; hay que evitar que se les rompan y provoquen otro problema. No deben ser muy pequeñas porque limita el campo visual; deben tener una amplitud normal”.

El material más indicado para las monturas de las gafas de los menores, según el consejo de Sánchez Aparicio, es la silicona, con una goma adaptable para que no se les caigan. Las siguientes ya pueden ser de los que denominamos ‘pasta’. “Los niños juegan y se mueven mucho y este tipo de gafa es más resistente”, señala.

Manual de uso e higiene

La montura no tiene periodicidad en el cambio, depende de la resistencia y también de si, al crecer, les ha cambiado la cara. Pero, señala la oftalmóloga, “lo que sí se deben cambiar son los cristales si el antirreflectante está rayado, porque se pierde calidad de visión. Y, sobre todo, si tienen astigmatismo y las patas de la montura se han torcido o se ladean. Por otro lado, las almohadillas que se apoyan sobre la nariz se deben sustituir por otras cuando ya estén deterioradas. Este cambio se realiza en las ópticas”.

Otro paso importante –aunque los peques no les otorguen esa importancia- es que siempre deben estar limpias. El consejo de la facultativa para la limpieza es muy sencillo: agua y jabón de manos, y mejor si es líquido. Para secar los cristales son ideales los trapitos suaves. Las toallas muchas veces rayan el cristal. Si no están muy sucias se pueden limpiar con los pañitos que se entregan con la compra de la gafa.

(*) Ruth Sánchez Aparicio ejerce como oftalmóloga en la Centro Médico Mapfre Salud Núñez de Balboa, de Madrid. Teléfono: 91 396 47 09.