Frente a la creencia generalizada de que los hombres no tienen un reloj biológico, que ineludiblemente tienen las mujeres a partir de cierta edad, se ha publicado un estudio en Jama Network Open realizado en EE.UU. sobre los casi 500.000 nacimientos que hubo entre el 2011 y el 2022, por el cual se desprende una serie de conclusiones que desmontan muchas teorías que teníamos hasta la fecha.
La primera, y muy importante, es que existe un mayor riesgo de parto prematuro y bajo peso del niño al nacer (independientemente de tener controlados los factores maternos), con padres mayores de 50 años en comparación con los de 30 a 39 años.
Es relevante destacar que el uso de TRA (Técnicas de Reproducción Asistida, fue alto entre este segmento de la población, en torno al 15%). En estos casos el estudio revela un aumento pequeño, pero significativo, en los riesgos de parto prematuro, bajo peso al nacer y uso de TRA entre los padres de mayor edad. Curiosamente, los mayores de 50 años tenían significativamente menos probabilidades de tener hijos varones.
Mayor riesgo de anomalías genéticas
Según este estudio, la fertilidad masculina disminuye con la edad, agravada por el estilo de vida y las influencias ambientales que afectan los perfiles hormonales y la función eréctil. Esto puede conducir a una disminución de la calidad del esperma, caracterizada por una mayor fragmentación del ADN y un mayor riesgo de anomalías genéticas y epigenéticas transmisibles a la descendencia.
Otros estudios han vinculado la edad paterna con resultados adversos, como anomalías congénitas, cánceres pediátricos y resultados perinatales, como parto prematuro y bajo peso al nacer. Los padres mayores de 50 años también tienen una disminución de las tasas de fertilización, embarazo y nacidos vivos, lo que requiere una mayor dependencia de la TRA.
Los padres mayores ya no son ricos
Estudios recientes también han desafiado el estereotipo del padre mayor como rico y altamente educado. La investigación escandinava ha encontrado que los padres mayores provienen de diversos entornos urbanos y rurales, con diversos niveles de educación, estado civil y alfabetización en salud. La tendencia hacia la paternidad tardía a menudo se atribuye a una menor preocupación por el ‘reloj biológico’ masculino y al deseo de estabilidad educativa y financiera antes de comenzar una familia. Estudios previos también han destacado la influencia de las normas de género en evolución que promueven la participación activa de los padres al tiempo que enfatizan los roles tradicionales como el ‘sostén de la familia’ masculino.
Sin embargo, los resultados de este estudio resaltan la heterogeneidad racial y educativa entre las madres, con un notable aumento en la primiparidad materna entre las mujeres de 25 años o más con padres de más de 50 años.
Estudios previos también han resaltado tales comportamientos reproductivos específicos de género. Un estudio de Kreyenfeld observó que en tiempos económicamente inestables, las mujeres con un nivel alto de educación tendían a retrasar la maternidad, mientras que aquellas con menor educación se convertían cada vez más en madres y amas de casa.
Por el contrario, los investigadores suecos sugieren que el desempleo femenino no influyó en las prácticas de maternidad al tener en cuenta las fluctuaciones económicas.
Es probable que una combinación de ambición personal, cambios culturales y desafíos estructurales no solo impulse a los hombres a entrar en la paternidad en una edad más avanzada, sino que también influya en los hábitos reproductivos femeninos.
Los padres mayores tienen chicas
El estudio demuestra que los padres de mayor edad tenían significativamente menos probabilidades de tener hijos varones.
Informes anteriores se han centrado en la hipótesis de Trivers-Willard, que postula los beneficios reproductivos de engendrar varones de madres sanas en entornos estables y el impacto de factores moduladores, como los contaminantes ambientales, el estrés materno, la paridad y la edad paterna, en la proporción de sexos.
Si nos remontamos históricamente, existen datos de nacimientos de la Alemania del siglo XIX que respaldan la proporción de sexos con sesgo masculino, en función de las familias más fértiles y una proporción más baja en las familias menos fértiles.
No todo son desventajas
En general, la paternidad tardía tiene implicaciones significativas para la salud pública. Algunas ventajas de tener padres mayores pueden incluir mejores habilidades parentales, estabilidad financiera, mejores oportunidades nutricionales y educativas y una vida familiar emocionalmente más rica. Sin embargo, también existen desventajas, como el estigma social, la fatiga parental, el mayor uso de las TRA y posibles resultados negativos para la salud de los niños. En particular, la esperanza de vida masculina, típicamente más corta, aumenta la posibilidad de que los niños se conviertan en cuidadores tempranos o experimenten el trauma de la muerte de un padre.